
Marina Lucchesi: “Me animé a seguir mi pasión”
Cuando se dejó llevar por su instinto, Marina Lucchesi modificó su camino. O, mejor dicho, lo ramificó.
Si bien era médica y trabajaba como tal, siempre siguió alimentando su pasión por la fotografía, lo que la llevó a abrir un blog, primero, y una cuenta de Instagram después. Miles de likes después, empezó a hacer piezas de comunicación para emprendedores y, finalmente, ingresó a trabajar como productora fotográfica de la revista Ohlalá!.
Hoy su cuenta tiene más de 111 mil seguidores, da talleres y su sección “memeterapia” en las historias de Instagram se convirtió en un bálsamo para muchísima gente en medio de la angustia generada por la pandemia.
“Me gusta mucho mostrar emprendedores y cosas nuevas”.
Médica
Nacida en el seno de una familia juninense, cuando Marina terminó su escolaridad en el Colegio Marianista se fue a Buenos Aires a estudiar Medicina. Podría haber sido Arquitectura u otra opción vinculada con el diseño. “Si bien soy muy creativa y me conecto mucho con eso, también tengo mi parte racional, y la verdad que disfruté mucho la carrera”, afirma hoy.
Una vez recibida, se especializó en Diagnóstico por Imágenes e hizo la residencia en Diagnóstico Médico. Además, trabajó en el Sanatorio de la Trinidad, pasó por el Fleni, por el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA) y por el Centro Médico Rostagno, donde continúa actualmente.
“Al estar tanto tiempo en las redes uno olfatea lo que puede andar”.
La fotografía
Apasionada desde siempre por la fotografía, abrió un blog “para mostrar lo que hacía”, al que llamó Pepita, que era el apodo con el la nombraban de chica en su casa.
En ese entonces, se generó una suerte de comunidad de blogueros, en la que también había emprendedores, y empezaron a contactarla para pedirle trabajos y fotografías para sus productos.
“Lo que me cambió la vida fue cuando reemplacé mi Nokia 1100 por un smartphone y descubrí Instagram”, asevera.
En momentos en que la red social premiaba a los usuarios que subían contenido diferente, original y creativo, su cuenta @mrspepita se fue haciendo cada vez más y más popular. Tanto que la convocaron de Ohlalá!: “Me dijeron que les gustaba lo que yo hacía y me preguntaron si me animaba a hacerlo para la revista. Así empecé a trabajar con ellos y sigo ahí, después de varios años”.
Lucchesi se encarga de la sección “Elegidos”, en la que hace la curaduría y la producción. “Para el próximo que voy a hacer, que es el del Día del Niño, tengo que buscar las marcas, elegir las cosas que me gustan, convocarlas para una producción fotográfica y armar todo el día de la sesión de fotos”, ejemplifica.
La idea es hacer producciones que se alejen de los clichés. “Me gusta mucho mostrar emprendedores y cosas nuevas, y eso requiere que esté buscando mucho lo que está pasando. Y después pienso cómo publicar eso de una forma divertida, que sea lindo, estético”, relata.
Memeterapia
A su cuenta de Instagram sumó la sección “Memeterapia” en la que, todos los días a las 22, sube en las historias una tira de memes, en una propuesta que tuvo una enorme repercusión.
“Cuando surgió la pandemia -recuerda-, a mí me angustió un montón por el tema sanitario, económico y la incertidumbre que se nos venía. La ciudad era una desolación enorme y fue horrible. Y empecé a darme cuenta de que, a la noche, cuando me ponía a mirar los memes que me mandaban durante el día, eso me sacaba de mi estado de angustia”.
Aunque era un contenido que no tenía nada que ver con su cuenta, pensó en compartirlo. “Si a mí me hacía bien, probablemente a otro le podría ayudar”, pensó cuando lo hizo. “Se fue sumando más gente, las devoluciones fueron cada vez más lindas y fue creciendo, tanto que se transformó en una obligación -afirma entre risas- y ahora no me puedo atrasar porque ya me empiezan a llegar mensajes”.
Esto, que nació de manera espontánea, se convirtió en un suceso. “Supongo que será el resultado de estar tanto tiempo en las redes que uno olfatea lo que puede andar. Me parece que hay una especie de lectura inconsciente de lo que sucede que hace que, de repente, a nosotros se nos ocurra algo que pega”, analiza.
“Todos tenemos muchas cosas que nos gustan, el bichito de la fotografía lo tuve siempre, lo único que cambió fue que me animé a seguir mi pasión y alimenté eso”.
Balance
El camino de esta joven juninense se inició hacia la medicina y, en el medio, se bifurcó hacia otros rubros. ¿Cómo lo explica Marina? “Todos tenemos muchas cosas que nos gustan, es cuestión de darle un espacio y animarse a hacerlo”, señala. Y enseguida agrega: “Hace poco fui a desarmar un departamento en el que viví cuando me vine a Buenos Aires y encontré un carnet del curso de fotografía que hice en la Facultad de Medicina, en mi época de estudiante, o sea que el bichito de la fotografía lo tuve siempre, lo único que cambió fue que me animé a seguir mi pasión y alimenté eso”.
Y según su mirada, lo que a ella le sucedió, le podría pasar a cualquiera: “Me parece que todos tenemos cosas pendientes que dejamos. También hay algo de creer que uno lo puede llevar a cabo, hacerle el lugar, tomar el compromiso de llevar eso adelante y de seguir formándose en lo le gusta, aunque sea para uno, para disfrutarlo y que te dé gratificación. Y después, si te lleva a algún lugar, buenísimo. Eso fue lo que me pasó”.