
Desencanto y tristeza, palabras que repiten hinchas y especialistas
A dos semanas de la suspensión, los hinchas de River y Boca se preparan otra vez para la segunda final de la Libertadores, que se jugará a más de 10.000 kilómetros de Buenos Aires por los hechos de violencia ocurridos en las inmediaciones del Monumental.
"Nos robaron la posibilidad de ver algo único, irrepetible", dice Mariano B., de 37 años y socio activo de River desde los 16, "se llevaron nuestra pasión a Madrid".
El sábado 24 de noviembre pasado, Mariano llegó al Monumental a las 12.30, en la entrada lo cacheó personal de Gendarmería y de allí se dirigió, como siempre, a la tribuna Sívori baja. Por los altoparlantes y los rumores que corrían entre los hinchas, se enteraba de las sucesivas postergaciones: primero a las 17, después a las 18, a las 19 y finalmente la promesa de que se jugaría al día siguiente.
"Ese manoseo se podía evitar. Cuando un jugador se va al hospital, se suspende el partido. Estuvimos ocho horas abajo del sol", cuenta Mariano, que llegó a su casa, en el barrio porteño de Almagro, recién a las 22.
A las 13 del día siguiente, ya estaba en las inmediaciones del estadio, no llegó a entrar. Los dirigentes de River, Boca y la Conmebol no cumplieron con el acuerdo firmado y anunciado públicamente de jugar en el Monumental el domingo 25 de noviembre.
"No fuimos los futboleros los responsables. Por una cuestión que nos excedió, se llevaron nuestra pasión a Madrid", lamenta Mariano.
Perdemos en el horizonte al deportista y a la persona cuando se prioriza el show. Laura Spaccarotella. Psicóloga especializada en deporte y docente de entrenadores.
Los especialistas
Laura Spaccarotella, psicóloga especializada en deporte y docente de entrenadores, atribuye el desencanto de los hinchas a la mercantilización del juego, que a su vez "corre del foco" a los jugadores: "River perdió la localía y la posibilidad de tener ahí a su gente. Perdemos en el horizonte al deportista y a la persona cuando se prioriza el show".
Atravesar la adversidad, salir fortalecido, plenitud, desarrollo, son algunas ideas que usa la especialista para describir el "sentido constructivo del deporte", sentido que se pierde al convertir el juego en "reproductor" de intereses políticos, económicos y corrupción.
"El fútbol es una manifestación de nuestra cultura, no se puede separar de los actores sociales, pero sí hay mecanismos para implementar desde distintas vertientes", apunta Spaccarotella, y se refiere a los operativos de seguridad y a las barras bravas.
La bronca
"Hay una mafia que no podemos correrla", dice por su parte, resignada, Alicia B., de 63 años y socia de Boca hace 25, "Son 100 tipos, los 50.000 restantes no tienen nada que ver".
Ese fin de semana, Alicia esperó la superfinal en una casa quinta de Moreno, provincia de Buenos Aires, junto a su ex marido, los hijos de ambos y su nieta, todos hinchas y socios de Boca.
"Primero me sentí mal. Se me cayó la sensación de ver una final increíble, esos nervios que tenés, la ansiedad de esperar, sentir que podíamos ganar o no, pero que iba a ser inolvidable. La Libertadores es el mayor título de América", dijo.
Este domingo, Alicia y su familia se reunirán otra vez en Moreno, pero algo cambió, dice que si gana Boca se va a poner contenta, pero si pierde no se va a "poner tan mal", aunque admite: "Cuando empiece (el partido) me voy a poner nerviosa".
Mientras tanto, Mariano estará con más de 20 amigos en el club (River), donde harán un "mega asado" y mirarán el partido. Llevan la pasión en la sangre y no se la pueden quitar, "la expectativa irá creciendo a medida que se acerque el partido", dice.
Pasaron dos semanas de incertidumbre, frustración y desencanto, pero afortunadamente, el ritual no cambia y la pasión de los futboleros no muere.