
Por el impacto del caso Maldonado
La búsqueda de Maldonado que terminó con la aparición de su cadáver volvió a recrear actitudes entre los argentinos que no contribuyen a la consolidación de la democracia y a la pacificación social.
Las opiniones que se vertieron en Internet volvieron a hacer patente un sectarismo que obnubila. Unos prácticamente hacían casi materialmente responsable a Macri y otros que era un autosecuestro, o una maniobra de la ultraizquierda que fingía pertenecer a los mapuches, utilizando a algunos de ellos.
Haya ocurrido lo que haya ocurrido la falta de confianza en la Justicia y una tendencia a suponer complots para ocultar la verdad impedirán que cualquiera sea la decisión del juez, aunque convoque a todos los peritos y testigos, habrá sectores que dudarán que se llegue a la verdad.
Algunos apuntes para tener en cuenta este domingo: Cambiemos se fortalece a nivel nacional y el Congreso le será menos hostil a partir de diciembre; el kirchnerismo pierde relevancia política y pasa a una etapa de “resistencia” testimonial; el peronismo podría dispersarse y espera no seguir los pasos de la UCR tras 2001; la economía repunta y el clima político favorece al Gobierno.
De esos cuatro enunciados, los tres primeros se podrían sostener hoy sin temor a incurrir en una “falsificación ideológica” de la realidad. Pero la última definición –que también se podía firmar al pie hasta hace pocos días- ya no sería indubitable. La reactivación económica es cierta en los datos macro –no así tanto en la calle- y el clima político reporta una nube negra sobre la Casa Rosada.
La modificación del cuarto enunciado se debe a la irrupción del caso Maldonado en la escena pública argentina, con un nivel de dramatismo tal que alteró la agenda más afín al Gobierno, que se venía desarrollando sin grandes sobresaltos. Esto es, la llamada “lucha contra las mafias” que se expresó en la detención de “El Pata” Medina y en el pedido de desafuero de Julio de Vido.
Desconcierto en el Gobierno
La pérdida de iniciativa política en la semana previa a las elecciones legislativas –las que valen por los porotos- sumió en el desconcierto a los estrategas de Cambiemos y al presidente Mauricio Macri, que desde la desaparición de Maldonado no dio muestras de saber manejar un caso de esta naturaleza.
No obstante, la administración macrista respiraba ayer con cierto alivio después de que el juez de la causa, Gustavo Lleral, confirmara que el cuerpo de Santiago no presentaba lesiones compatibles con alguna golpiza o el disparo de balas de goma o de plomo, lo que descartaría la hipótesis de la “desaparición forzada” a manos de la Gendarmería. Pero aún no alcanzaría para exculparla.
Pero todos estos indicios concurrentes, que el juez Lleral deberá valorar si tienen entidad de prueba para la investigación, no atenuaban el desánimo que invadió a la sociedad al comprobar que otra vez una muerte es motivo de discusión, sospechas y acusaciones políticas en la Argentina. La Plaza de Mayo parecía albergar ayer más a un velorio colectivo que a una protesta callejera.
Por cierto que el presidente Macri no podría esperar que quienes salieron a las calles a reclamar por el esclarecimiento del caso voten a Cambiemos este domingo. La tesis oficial era sencilla: los adherentes de Cambiemos no van a cambiar el sentido de su voto este domingo por el caso Maldonado. Y los que manifiestan que apoyarán a la oposición tampoco.
Pese a este esquema numérico y racional, en Cambiemos admitían por lo bajo que fue una buena decisión de la gobernadora María Eugenia Vidal haber bloqueado la candidatura de Elisa Carrió en la Provincia. La confesión aludía a las desafortunadas declaraciones de la diputada de la Coalición Cívica sobre Maldonado, que provocaron el fastidio de la plana mayor del Gobierno nacional.
Incluso Carrió fue dura con Patricia Bullrich, la ministra de Seguridad a quien los manifestantes en distintos puntos del país le pidieron ayer la renuncia por su responsabilidad en el manejo de la Gendarmería. La candidata porteña dijo que la funcionaria no actúa de mala fe, sino que comete “torpezas” porque “va para adelante”. Y recordó que estuvieron un año sin dirigirse la palabra.
Después del 10 de diciembre, Carrió continuará en la Cámara de Diputados. Pero no se puede afirmar con certeza que Bullrich seguirá siendo ministra de Seguridad en la segunda mitad del mandato de Macri. El Presidente ya dio algunas señales de que piensa rediseñar el Gabinete, achicando algunas estructuras en la búsqueda de reducir el gasto público que aumenta el abultado déficit fiscal. También Vidal seguiría ese camino en esta Provincia.
La Gobernadora se juega mucho con el resultado de la elección en la Provincia, tal vez más que el propio Macri. Ella se cargó la campaña oficialista al hombro, apuntalando a un candidato como Esteban Bullrich que puede tener capacidad para el área educativa, pero no para la comunicación que requiere una candidatura. Para Vidal no da lo mismo ganar o perder ante Cristina Kirchner.
Para empezar, una victoria contundente de Cambiemos sobre la ex presidenta fortalecería el reclamo de la Provincia para recuperar puntos de coparticipación perdidos en las últimas décadas. Vidal ya anticipó que no piensa levantar la demanda que la Provincia presentó ante la Corte Suprema de Justicia hasta que sus colegas los gobernadores no se avengan a un acuerdo.
Ese será justamente uno de los puntos salientes de la agenda post-electoral. El presidente Macri buscaría aprovechar el efecto de una victoria de Cambiemos a nivel nacional para convocar a los gobernadores y plantearles un temario para el 2018, que pasaría por encarar una reforma fiscal y también laboral.
Pero tal como está planteado el escenario desde hace varias semanas, más específicamente desde las PASO del 13 de agosto, Cambiemos podría ganar hoy en trece provincias, incluida Buenos Aires, y recuperar votos en la estratégica Tercera Sección Electoral del Conurbano, donde se hace fuerte Cristina Kirchner. Allí estarán puestas todas las luces una vez que cierre la votación.