
Del "sanguchito" a las paletas heladas: la historia de una tradicional heladería linqueña
Se dice que el secreto de un buen helado está en tres simples pasos, el primero es hacerlo con ganas, el segundo producirlo con los mejores ingredientes y, el último, es escuchar a los clientes. Estos tres elementos fundamentales se cumplen en la tradicional heladería linqueña, Romano.
Este medio visitó la sala de elaboración donde se produce uno de los helados más aplaudidos de Lincoln y dialogó con sus dueños. La pequeña empresa familiar está próxima a cumplir 95 años en la boca de los vecinos de Lincoln.
De a poco, Salvador Francisco Romano, se hacía conocido entre los vecinos y probó diferentes rumbos hasta que un heladero amigo que tenía el oficio de zapatero, le dijo que le iba a compartir sus conocimientos sobre el helado y así fue como comenzó a producir y a comercializar los helados por las calles de Lincoln en un carrito tirado por una caballo y un triciclo.
"En 1927 mi abuelo venía trabajando en Lincoln y se le fue dando con otro heladero de acá para fabricar helados y salir a venderlos; armó todo con sus ahorros que había hecho trabajando en el campo desde que vino de Italia; fue probando sus recetas y vendiendo helados por la ciudad, le iba muy bien. Estuvo hasta el año 1974 vendiendo en un carrito; salía a la una de la tarde y hasta que no vendía todos, no volvía”, cuenta su nieta, Gabriela Zambianchi a Democracia.
Los primeros sabores que hizo Salvador fueron crema, chocolate y limón; además del particular “sanguchito", un gusto de helado a elección con dos tapas de masa que forman un sándwich que, en la actualidad, sigue vigente.
A los 72 años, Don Romano tomó la decisión de dejar la venta ambulante y abrió un local "mi abuelo dejó de vender con el carrito por problemas de salud, ya era grande, tenía 72 años y mi tío -su hijo- que lo ayudaba en todo, le dijo ‘para seguir con los helados ponemos un negocio’ y ahí nace la heladería" que hoy lleva su apellido.
Hoy, a casi 95 años de su creación, la heladería cuenta con 40 sabores distintos. Además de paletas, alfajores, bombones y postres helados. “Romano está en nuestro corazón, te emociona, nos cuesta mucho llevarlo adelante porque cada vez se hace más grande”, afirma -con los ojos vidriosos- Gabiela Zambianchi.
El helado y la inclusión pueden ir de la mano
La heladería Romano fue la primera en Lincoln en incorporar una carta menú braille para personas no videntes. Además, cuenta con helados sin T.A.C.C (sin trigo, avena, cebada y centeno) para que todas las personas puedan disfrutar de un helado sin sentirse excluidos a la hora de elegir qué gusto tomar. "La gente te lo empieza a pedir y uno le busca la vuelta; nosotros estamos dispuestos siempre", afirma Gabriela.
De esta manera, se cumple con la Ley 14.272 que prevé la disposición de las “Cartas Menú en Braille” en los locales gastronómicos de la provincia de Buenos Aires, posibilitando así que las personas con discapacidad visual puedan elegir el menú de manera autónoma.
Una visita con una voz muy particular
El recordado periodista y locutor, Antonio Carrizo solía nombrar en reiteradas oportunidades, en su programa de Radio Rivadavia, a la heladería Romano que visitaba a menudo cuando viajaba por la Ruta Nacional 188 rumbo a su General Villegas natal.
"Antonio tenía una novia acá en Lincoln que venía a visitar y venían ambos a tomar el helado 'sanguchito'. Además tenía a la mamá acá cerquita en General Villegas y pasaba a buscar el helado para ella; Antonio siempre pasaba y saludaba; ha venido con sus nietos, era muy amoroso y siempre nos nombraba en la radio; los helados eran un recuerdo que él tenía de Lincoln; venía siempre", contó Zambianchi.