
“Gerontoadolescentes” ¿La hora de la plenitud?
Lejos, muy lejos ya del estereotipo del abuelo que solía asociarse con personas disponibles full time para el cuidado de sus nietos o de señoras mayores que se quedaban tejiendo en casa, hoy en día son cada vez más los que se rebelan contra las tareas pasivas, asumen nuevos roles y, ya sea mediante cursos de los más variados, viajes de placer, encuentros con amigos o mayor conocimiento de las nuevas tecnologías, eligen mantener una vida social intensa y darle así a la tercera edad un formato versión siglo XXI.
El cambio de paradigma se da a nivel global y no tiene sólo una causa, aunque los expertos señalan al corrimiento cada vez más marcado de las fronteras que tiempo atrás marcaban la tercera edad como una de las principales razones del fenómeno. Modernos, activos e independientes. Así podrían definirse las nuevas formas de “abuelidad” en los tiempos actuales, y la figura del abuelo como un viejito de pelo blanco o de la abuela tejedora y ya retirada de todo, fue dejada de lado a fuerza de ejemplos cada día más comunes.
“La vejez no es hoy la misma que hace unas décadas atrás -sostiene Virginia Viguera, asesora gerontológica del PEPAM-. Ni los jubilados se quedan todo el día leyendo el diario ni las jubiladas dedican sus jornadas a tejer. Las expectativas de vida se han estirado mucho en los últimos años y esto no sólo ha creado nuevos desafíos sino que obliga a repensar el proceso de envejecer. Contra el modelo tradicional que planteaba que con la adultez venía un meseta y luego un declive, hoy se da un envejecimiento activo donde se percibe que la forma de mantener calidad de vida está en un permanente desarrollo personal, social e intelectual”.
Actualmente, mientras la expectativa de vida continúa en crecimiento a nivel mundial (en Argentina supera los 75 años), el objetivo parece estar enfocado en profundizar las medidas tendientes a lograr que las personas lleguen a edades avanzadas de la manera más óptima posible.
Según el informe mundial sobre envejecimiento y salud presentado recientemente por la Organización Mundial de la Salud (OMS), es necesario entender que existe un cambio en el concepto de envejecimiento, el cual se traduce, básicamente, en un sinfín de casos en los que hombres y mujeres que atraviesan esta etapa de la vida piensan más bien en continuar con diferentes proyectos o saldar los pendientes, como estudiar o aprender una disciplina, que en retirarse a cuarteles de invierno.
De todos modos, aclara el informe de la OMS, el alcance de las oportunidades de una mayor longevidad dependerá, en gran medida, de un factor clave: la salud. “Si las personas viven en buen estado de salud, su capacidad para hacer lo que valoran será apenas diferente a la de una persona más joven.
Pero si esos años se caracterizan por disminución de la capacidad física y mental, las consecuencias para las personas mayores y para la sociedad serán mucho más negativas”, detalla el escrito donde se destaca que por primera vez en la historia la mayoría de la población mundial puede aspirar a vivir más de setenta años.
“Quienes hoy tienen entre 60 y 80 años se diferencian y mucho de sus propios padres a esa edad”, dice Viguera, para quien se trata de “una generación que ha comprendido que envejecer bien se puede lograr a través de la actividad. ¿Por qué no trabajar después de los 60 cuando ahí se nota muy claramente el corrimiento de las posibilidades de cada edad?”
Lo que dice la especialista se evidencia en miles de ejemplos cotidianos, pero cobra vigor estadístico al descubrir que a principios de siglo la expectativa media estaba en torno a 35-37 años y actualmente en 82,5 (la mujer 85 y el hombre 79,6).
Las personas de principios de siglo con 60 años eran abuelos muy envejecidos. Hoy hemos extendido la expectativa de vida y ver personas de 80 y 85 años activas ya no parece ninguna rareza sino de lo más normal.
En los tiempos actuales, apuntan quienes estudian el tema, la gente tiene más claro que los adultos mayores no pueden vivir aislados en un geriátrico ni que su vida pasa únicamente por ocuparse de su salud o, si están bien, sólo cuidar a sus nietos.
“La mayor longevidad ha revolucionado todas las áreas -dice Viguera-. Lo decía el reconocido economista George Magnus en su libro La ‘Era del Envejecimiento o Cómo la Demografía está transformando la economía global y nuestro mundo’. Trabajar, estar activo tanto en lo corporal como en lo intelectual es lo que se busca para sentirse en plenitud. Cada vez hay más programas de educación de adultos mayores, que acceden así a información e intercambio social que les refuerza su identidad y fortalece su autoestima. Por eso cuando alguien de 65 años va al banco o a un comercio cualquiera y le preguntan ¿Qué necesita abuelo?, en general reaccionan con molestia y respondiendo: ‘Perdón…que yo sepa vos no sos mi nieto’”.