
Accesibilidad: la deuda pendiente de Junín con las personas con discapacidad
Junín ha crecido notablemente en los últimos años. Se ha extendido la superficie habitada, se incrementó el tráfico, y las actividades comerciales continúan desarrollándose. Así y todo, las personas con discapacidad visual, auditiva o motora aún encuentran grandes trabas para movilizarse y desarrollar su vida diaria, lo que da cuenta de que la accesibilidad no está plenamente garantizada en la ciudad.
Con el objetivo de realizar un diagnóstico de la situación, Democracia dialogó con vecinos, especialistas en la materia y funcionarios locales, puesto que se trata de un tema transversal, que contiene aristas sociales, políticas y económicas, y que exige de un abordaje integral.
Por su parte, si bien la sociedad ha abrazado la temática, y los vecinos con discapacidad perciben que hay mayor predisposición a ayudarlos en las calles, la problemática de fondo es que en la mayor parte de la ciudad no están garantizadas las condiciones edilicias, de mantenimiento e infraestructura para que circulen con tranquilidad y comodidad, sin poner en riesgo su integridad física de forma periódica.
Así y todo, los entrevistados han detectado un avance incontrastable en pos de la integración, a raíz de la incorporación de ciertas mejoras y tecnologías, aunque juzgan que aún no está lo suficientemente extendido para que se pueda hablar de una ciudad accesible.
Barreras arquitectónicas
Gisela Mancini, médica especializada en medicina física y rehabilitación, trabaja en Ineco, la Clínica de Rehabilitación y en la Junta Evaluadora de Discapacidad del Municipio con pacientes con secuelas motoras y cognitivas. Consultada por este diario, explicó que “la discapacidad en general, y la motriz en particular, se enfrenta a diferentes barreras arquitectónicas”, que condicionan la vida diaria de las personas.
En dicho sentido, Iván Guajardo, al frente desde hace 20 años de la Biblioteca Braille y Parlante “Eduardo Larrory”, que funciona en la Biblioteca Municipal Bernardino Rivadavia, tiene discapacidad visual desde temprana edad y enfatizó que en Junín hay “entornos discapacitantes”, que no le permiten circular libremente.
Para el bibliotecario, los mayores obstáculos son los que se interponen en su camino diario, y, entre ellos, remarcó los toldos de los negocios, la cartelería, y los elementos decorativos, como las macetas, que cambian de lugar prácticamente a diario y en muchos casos están en el medio del paso.
Por su parte, Maximiliano Vázquez, que se moviliza en silla de ruedas desde los 18 años, explicó a Democracia que “Junín no está adaptado prácticamente en ningún lado”, y remarcó que las principales limitaciones a su movilidad son “la falta de rampas, el deterioro de las veredas y la falta de asfalto”.
Al respecto, el joven explicó que “sólo la zona del centro está nivelada”, es decir, no hay diferencia de altura entre la vereda y las calles, pero lamentó que gran parte de la ciudad no esté adaptada a las personas con discapacidad motriz. Es que, según detalló, “es imposible manejarse en calles de empedrado o de tierra”, y él vive el perjuicio en carne propia, porque la cuadra de su casa no está asfaltada. “Es muy difícil moverme, me tienen que llevar con mucho cuidado, porque la silla se traba”, agregó.
En la misma línea, Maximiliano expresó su preocupación por el hecho de que “sólo hay rampas en el centro”, y señaló que, lamentablemente, muchas “no sirven porque están rotas, mal hechas, o demasiado inclinadas”.
Iván es padre de un joven con discapacidad motriz, que usa bastones canadienses para caminar. Al igual que Maximiliano, destacó que muchas veredas “están rotas o tienen pozos”, lo cual implica un peligro constante tanto para él como para su hijo. Asimismo, también afirmó que “en Junín muchas instituciones de relevancia y negocios tienen sólo escalones” y alegó que eso se debe, fundamentalmente, a que su diseño arquitectónico “no se piensa desde la accesibilidad, sino desde lo estético”.
Por su parte, Mancini afirmó que, desde su especialidad, el objetivo perseguido es “brindar acompañamiento a los pacientes para que se sientan lo más confortables y autónomos posible”. No obstante, las barreras existentes al día de hoy son múltiples, y los entrevistados coincidieron en que, generalmente, deben salir con más tiempo a la calle a causa de los obstáculos.
Cabe señalar que la instalación de semáforos sonoros en algunas esquinas de la ciudad fue una medida particularmente pensada para las personas con discapacidad visual. Sin embargo, Guajardo advirtió que “para que el sistema sea efectivo debe estar en todas las esquinas”, y así permitir el tránsito de los peatones con dicha condición.
Trabajo
Desde la fisiología, la labor con los pacientes es integral, y, según explicó Mancini, “un objetivo muy importante es la reinserción laboral del paciente”. Lamentablemente, la médica afirmó que “muchas veces no vuelven a trabajar o ni siquiera pueden conservar su puesto”, y afirmó que “ese es otro problema” que debe ser abordado.
En el caso de Iván, su espacio de trabajo está adaptado a su labor diaria, que fundamentalmente radica en trabajar con personas con discapacidad visual. Asimismo, Maximiliano trabaja en Banco Provincia y, a pesar de que actualmente realiza sus tareas desde su casa, explicó que “todo fue adaptado” tras su ingreso.
Lamentablemente, no todos los vecinos tienen la misma suerte, y el joven enfatizó que “para los clientes que se manejan en sillas de ruedas y asisten al banco no hay accesibilidad”.
Mucho por hacer
En líneas generales, los entrevistados reconocieron que la ciudad ha avanzado notablemente en términos de accesibilidad en el último tiempo, aunque advirtieron que aún es necesario un trabajo intensivo para garantizar los derechos de las personas con discapacidad.
En dicho sentido, Iván afirmó que “en Junín se avanzó mucho”, pero lamentó que lo que se está haciendo “es sin el esfuerzo debido y no al ritmo que se necesitaría”. Por su parte, Maximiliano señaló que ninguna ciudad de las que conoce es accesible para personas con discapacidad motora.
El avance en los últimos años es percibido por los vecinos en situaciones concretas. Iván destacó que “en las paradas de los colectivos de línea hay texto en braille y en el piso están las baldosas podotáctiles que indican dónde está todo”. Asimismo, Maximiliano afirmó que se ha incrementado la cantidad de rampas. “Cuando iba a la escuela tenía que subir escalones con las muletas, y me tenían que ayudar. Ahí mismo, hoy hay una rampa”, agregó.
Por su parte, la Dra. Mancini, que trabaja a diario con personas con discapacidad motriz, destacó que “no se resignan ante la situación, y tienen la esperanza de que a futuro la situación mejore”. Es que Maximiliano señaló que se necesitan cambios de infraestructura rápidos, puesto que “para andar sólo se necesitan rampas en todas las esquinas y mantenimiento de las veredas”.
A su vez, los entrevistados coincidieron en que un eje fundamental radica en adaptar los negocios e instituciones a las personas con discapacidad. “Tenemos que poder ingresar por nuestra cuenta y manejarnos sólos”, detalló Maximiliano.
Conciencia
Cabe señalar que una ciudad es accesible no sólo por sus condiciones edilicias, sino gracias a sus habitantes. Según explicó Ivan a este diario, “la comunidad ha avanzado, y ha tomado mucha conciencia”, y reconoció que “la ayuda de la gente en la calle se nota mucho más que antes”.
No obstante, el bibliotecario enfatizó en la necesidad de “trabajar en la concientización para superar el mero reclamo”, que a menudo decanta en iniciativas estériles. Es por ello que señaló que “hay que trabajar en todos los niveles de la sociedad”, empleando “ejemplos concretos para que la concientización sea efectiva”.
Es ineludible que la mayor parte de los negocios de la ciudad no cuentan con las condiciones necesarias para recibir a clientes con discapacidad. A pesar de que en los restaurantes no hay menú en braille, Iván afirmó que “es muy efectiva y menos costosa la opción del QR”, que permite a su teléfono móvil leerle el menú. “Lo más probable es que el propio comerciante no sepa cómo manejarse, por eso es necesaria la concientización”, afirmó.
En la misma vereda, Maximiliano señaló que los locales bailables “no están adaptados a personas en silla de ruedas”, aunque remarcó la calidez del personal, que siempre se mostró dispuesto a ayudarlo.
Asimismo, durante mucho tiempo los taxis se negaban a subirlo con su silla, lo que retrasaba notablemente sus actividades.
Actualmente, remarcó que uno de los principales obstáculos con los que se encuentra a diario es que “la mayoría de los lugares para discapacitados están mal ocupados”, lo que evidencia también la necesidad de capacitar a la población en la materia.
En suma, Iván afirmó que un abordaje integral de la problemática implica, comprender que “la discapacidad no identifica a las personas, sólo es parte de su vida”. “No me defino por ser ciego. Soy primero una persona con nombre, derechos, y son un ciudadano más”, afirmó.