
Axel Kicillof recorre territorio bonaerense junto a Sergio Massa, mientras afirma su figura, que en los sondeos previos supera a María Eugenia Vidal.
Tendencias e incógnitas que siguen rodeando a las elecciones en territorio bonaerense
A una semana exacta de las elecciones Primarias, parece ir dibujándose la posibilidad de un triunfo opositor en la Provincia. La mayoría de las encuestas vaticina que Axel Kicillof se encamina a ser el candidato más votado. La incógnita, excepto que el domingo 11 amanezca con alguna sorpresa, estaría centrada en la distancia que podría sacarle a María Eugenia Vidal.
La principal inquietud que anida cerca de la Gobernadora radica en que si bien el Presidente viene mejorando en su imagen y la gestión nacional también ha evolucionado en positivo de acuerdo a una serie de indicadores conocidos en los últimos tiempos, ese ascenso no se refleja con la magnitud esperada en lo electoral. Traducido: aquellas señales favorables que han empujado a Mauricio Macri luego de largos meses de rodada cuesta abajo, encuentran dificultades para permear en vastos sectores del Conurbano donde la crisis económica sigue golpeando con dureza. En el Interior rural a partir de una gran cosecha, esa recuperación ha sido mucho más evidente que en el cordón industrial del populoso y decisivo Gran Buenos Aires que concentra casi dos tercios de los votantes.
Esa situación desvela al equipo de Vidal, donde aseguran que en la última semana ese escenario no registró demasiados movimientos. La mayoría de los sondeos conocidos ubica al Presidente entre 7 y 9 puntos abajo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. La distancia es considerada demasiado amplia como para revertirla con un voto selectivo, vía corte de boleta, en favor de la mandataria bonaerense.
El fantasma del efecto arrastre que podría perjudicar a Vidal estaba dentro de los planes oficiales. Pero se suponía que a esta altura de la campaña la pendiente no sería tan empinada. “Necesitamos que Mauricio crezca”, se sinceran en el gabinete bonaerense.
La mayoría de los sondeos que se difundió sobre el filo del plazo para dar a conocer estudios electorales, otorgan al aspirante del Frente de Todos, Axel Kicillof, una ventaja acotada. Sería producto de un corte de boleta del que se beneficiaría Vidal arribado de diversas canastas.
Parte de los votantes de Roberto Lavagna y de José Luis Espert optarían por ella. Hay quienes hablan incluso de un improbable y módico “voto cruzado” en sectores del peronismo que se inclinarían por los Fernández pero que optarían por Vidal en la Provincia. Pero todo ese flujo de voluntades, en caso de verificarse, no le estarían alcanzando -de acuerdo con las estimaciones oficiales- a la Gobernadora.
En procura de achicar distancias, la arremetida es fuerte. Las recorridas en el Conurbano se llevarán la mayoría de lo que resta de la campaña. Habrá un acto con jóvenes en busca de penetrar en una franja etaria poco amigable con el oficialismo y mucho más propensa a depositarle su voto al kirchnerismo. Es un sector en el que pesca muy bien Espert. También se multiplicarán las apariciones mediáticas de la mandataria, transformada por estas horas en la virtual “candidata presidencial” de la Provincia. El reencuentro con Macri será el jueves, en el cierre de campaña que volverá a ser, como para no romper cábalas, en Vicente López.
Cerca de Kicillof se respira un poco más de calma. Tras la concentración de una semana en el Conurbano, creen haber neutralizado aquél fenómeno que encendió luces de alerta hace algunos días y que daba cuenta de la imposibilidad del ex ministro de Economía de retener la totalidad del voto que cosecha la fórmula presidencial.
Están convencidos de que ese proceso de galvanización electoral fue concluido con éxito. Por eso, todos los cañones volvieron a apuntar al Interior, donde la premisa es acotar distancias con Vidal en distritos más proclives a inclinarse por el oficialismo.
Existen otras incógnitas electorales. Podría ser determinante qué cantidad de gente irá a votar el domingo que viene. El oficialismo está convencido de que cuanta mayor participación, mayores serán sus chances. “Nuestro electorado es más remolón”, describen. Se aferran a las experiencias de 2015 y 2017 cuando tras las Paso, la mayor afluencia en octubre terminó dando vuelta la historia.
La necesidad para el oficialismo pasa por imponer la idea de que en una semana se juega todo a suerte y verdad. A Macri y también a Vidal les serviría incluso perder por poco margen porque confían en la revancha de octubre. El dilema para Juntos por el Cambio es la foto que quede de las Paso. Y su traducción más literal es la distancia que los separará del peronismo en la Provincia.